lunes, 7 de marzo de 2011

HUELLA DEL CARBONO


No es sólo un problema de la gran industria. Prácticamente todos nuestros actos, desde ir a ver una película, salir a un pub, tomar un microbús,libera una cantidad de carbono. Es nuestra huella contaminadora. Lo hemos dicho en todo los tonos.La gran industria lo sabe y está trabajando en ello, pero falta más aún. La huella de carbono será una exigencia de los mercados internacionales para nuetras exportaciones. Y hay que prepararse para ello.Especialmente las empresas emergentes, aquellas que dan sus primeros pasos en las ligas de los mercados externos.

Para el cálculo de la huella de carbono se suman todos los gases que de una u otra manera son liberados hacia la atmósfera para mantener nuestros estilos y sistemas de vida, desde el uso de auto, buses, viajes de avión, electricidad, gas, contenedores de basura.


Algunas calculadoras preguntan cuánta cantidad de carne come la persona, si compra comida enlatada, si guarda alimentos calientes en el refrigerador – esto libera más CO2 – o si imprime documentos sin necesidad de hacerlo, por ejemplo. Todo esto da un número que se expresa en toneladas por año. Hay diversas calculadoras en Internet y cualquier persona las puede utilizar.

En Chile, el sistema de cálculo más novedoso fue lanzado por Fundación Chile hace menos de un año: diseñaron la aplicación ZeroCarbon, disponible en iTunes, que se puede descargar gratis al iPhone. Mediante un cuestionario de 10 preguntas (en qué país vives, cuántas personas habitan en tu casa, cuál es tu consumo mensual en electricidad, gas, agua, etc.) el sistema calcula cuántos kilogramos de CO2 emites anualmente a la atmósfera.

Marcelo Mena es director de Postgrado de la Facultad de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Andrés Bello. Doctorado en la Universidad de Iowa y postdoctorado en el MIT, trabaja todos los días por un objetivo: que su cálculo de huella de carbono sea cero. El año pasado lo logró vendiendo, por iniciativa personal, duchas de bajo consumo energético y comprando ochenta mil pesos en bonos de carbono en compensación por los viajes que hizo en avión al extranjero. Así borró su huella.

Mena recicla, composta junto a su familia en su casa y anda en una Xtracycle, una bici con extensiones y grandes alforjas para transportar hasta 100 kg de carga, que adquirió por Internet. Además, la puede conectar a su juguera para hacer jugos naturales caseros. El año pasado compró un nuevo refrigerador de bajo consumo energético, y adquirió 200 árboles para plantar en la casa de un familiar en Teno. En junio de 2008 compró un auto híbrido.

Para cualquiera podría ser una costosa forma de vida, para él es una inversión: “Un auto normal cuesta 10 millones y uno híbrido, 14, pero tienes regalía de un millón y medio por la patente. Eso hace que la diferencia se pague en tres años. Además, se puede ahorrar un 33% en bencina”.

Para Mena, el cortoplacismo le ha hecho mal al tema ambiental. “Hay que proyectar una inversión a largo plazo. En 20 años se paga un sistema solar fotovoltaico para el techo. En cinco se puede pagar calefacción de agua por sistema solar”.

Reducir la huella de carbono en casa es simple: ahorrar en energía y utilizar medios de transportes no contaminantes podría ser el primer paso, pero también se puede invertir compensando las emisiones.

Los bonos de carbono son la unidad de transacción de un sistema internacional diseñado para reducir las emisiones contaminantes. Esta iniciativa es parte del Protocolo de Kyoto, un tratado de 1997 que, para frenar el cambio climático, impuso metas de reducción de CO2 a los países industrializados. Así, se podrían evitar emitir unos 5.000 millones de toneladas de CO2 anuales para 2012. Chile firmó este protocolo en 1998 y lo ratificó en 2002.

Cuando una empresa u organización reduce sus emisiones, puede certificar los gases que no emitió y transformarlos en bonos de carbono o en Certificados de Emisiones Reducidas (CER), que pueden ser vendidos en el mercado de carbonos y pagados por empresas que contaminan más de lo debido y deben compensar su exceso a través de la compra de estos bonos. Este mercado ha crecido rápidamente. Un bono de carbono (equivalente a una tonelada de CO2 que se deja de emitir a la atmósfera) costaba 3,45 dólares en 1998 y ahora se transa entre 10 y 16 dólares en los mercados.

En Chile, las grandes empresas lo pueden hacer a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). La Conama tiene estatus de Autoridad Designada para demostrar ante Naciones Unidas que el proyecto de reducción de emisiones contribuye al desarrollo sustentable. Entre las empresas que han vendido bonos de carbono de esta forma se encuentran Arauco, Metrogas, Enaex, Agrosuper.

Una de las más grandes críticas de los ambientalistas es que ésta es una forma de que las potencias contaminantes no se hagan cargo de su basura. Aldo Cerda, experto sectorial y gerente del Área Bosques, Industrias, Construcción y Servicios Sustentables de Fundación Chile, no entiende las críticas: “Aquí el problema es global y no local, ya que los permisos por contaminación tienen como lógica subyacente de que el aumento de precio (por ejemplo, pagar por ocupar las calles) reducirá la tendencia a emitir. Pero en el caso de los bonos de carbono es al revés, ya que se paga para viabilizar proyectos de reducciones efectivas de emisiones de gases efecto invernadero, ayudando a reducir efectivamente el problema”.

Aunque los grandes compradores y vendedores de bonos de carbono en la bolsa son los gobiernos y las grandes industrias, hay fórmulas para que cualquier tipo de persona compense sus emisiones. En muchos de los sitios que ofrecen calculadoras de huella de carbono también existe la posibilidad de compensar. Por ejemplo, en www.ceroCO2.com, después de calcular su huella puede optar por entregar dinero a un proyecto de energía eólica en la India, una minicentral hidroeléctrica en Nicaragua o la reforestación de comunidades en extrema pobreza en la Sierra Gorda mexicana. La aplicación iPhone de la Fundación Chile también tiene una opción: se puede seleccionar el número de toneladas de CO2 que se quiere compensar, elegir algún proyecto de reducción de emisiones en China o en la India y comprar bonos de carbono desde el celular. Y, además, comunicar instantáneamente los progresos que se vayan haciendo en la reducción de la huella en facebook y twitter.

Una de las iniciativas más potentes en este sentido es la SCX, o Bolsa de Clima de Santiago, lanzada en octubre pasado y que comienza a operar el segundo semestre. Es la primera bolsa climática del Hemisferio Sur y nació de una asociación entre Celfin Capital y Fundación Chile. “SCX va a permitir que los proyectos de reducción de emisiones que se hagan en Chile –y más adelante también en Latinoamérica– se puedan transar. Es para que empresas y también personas naturales interesadas en invertir en proyectos que estén disminuyendo el efecto invernadero en el país puedan comprar bonos en esta Bolsa”, dice Carlos Berner, gerente de SCX.

En internet existen diversas calculadoras para estimar la huella de carbono. No existe una oficial. Las preguntas son diversas, desde el transporte usado hasta el material de la ropa, si se apagan o no los aparatos eléctricos de la casa y la alimentación. Aquí, algunos ejemplos:

http: //actonco2.direct.gov.uk Esta página corresponde al gobierno inglés. Está en ese idioma y es muy completa. Te pregunta si desenchufas los aparatos eléctricos cuando no los estás usando.

www.zerofootprint.com: permite calcular las emisiones de forma muy rápida y sencilla. Es capaz de individualizar países y, aunque no está Chile,están Colombia, Argentina y Brasil. Tiene una versión para niños, www.zerofootprintkids.com, donde los más chicos pueden ingresar sus datos: si van en liebre o en auto al colegio, o si viven en casa o departamento. Está en inglés.

www.cerocO2.org: propuesta española que permite estimar separadamente la emisión de CO2 de viviendas y oficinas, medios de transportes en carretera y avión. Tiene un plus: se puede comprar bonos de carbono de regalo de cumpleaños o de matrimonio, para mitigar justamente estas celebraciones. “En ese día tan especial para la feliz pareja, piensa en el clima de su futuro: compensa las emisiones de su boda”, dice el sugerente regalo. Para un matrimonio de 100 invitados, el certificado –que llega al correo del beneficiario– cuesta entre 36.000 y 64.000 pesos chilenos.

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